En la agenda pública la conmemoración de
esta fecha tiene como objetivo promover acciones para luchar contra esta
problemática y a su vez crear un espacio de reflexión y concientización sobre
las medidas que la sociedad en su conjunto debe poner en marcha para evitar la
explotación laboral en menores en ámbitos urbanos y rurales. Para erradicar la explotación en aquellos lugares
donde se obliga a los niños a trabajar, negándoles todo derecho a la
educación, la salud y una vida plena que le permita su desarrollo y bienestar
integral. En esta nota recorremos algunos aspectos de esta problemática social.
Desde el año 2005 en el Congreso de la Nación se instituye mediante Ley
26.064, el día 12 de junio de cada año como Día Nacional contra el trabajo
infantil, sumándose a la conmemoración mundial, con la finalidad de
propiciar el debate y dar difusión para erradicar el trabajo infantil como
una responsabilidad de todos: del Estado y sus políticas públicas
integrales e inclusivas, y de la sociedad civil en su conjunto.
Esta fecha se incorpora, en escuelas y espacios socio-comunitarios del país, al calendario escolar, y se sugiere la realización de distintas
actividades y diversas propuestas, como también campañas de sensibilización
pública, obras de teatro sobre el tema, talleres y concursos desde
organismos estatales.
La realidad sobre el trabajo infantil: desigualdades y derechos vulnerados
El trabajo infantil es una problemática compleja que vulnera los derechos de
la niñez y de las infancias, genera en las niñas y los niños que se ven
obligados a trabajar una profunda desigualdad, viola sus derechos y afectan
su salud psíquico-física; impide y limita el necesario proceso educativo
cuando encuentran limitadas sus posibilidades de formación integral y no
desarrollan su educación en igualdad de oportunidades.
Se profundiza por lo tanto la desigualdad porque se vulneran los derechos
fundamentales de la infancia y la adolescencia, se les impide el adecuado
proceso educativo, se los enfrenta a un ambiente adulto, en general hostil,
que los expone a diversos peligros y lo priva de su legítimo derecho de
juego y educación.
Existen diferentes condicionantes del trabajo infantil, como la pobreza, que impulsa a muchas familias a utilizar toda la fuerza laboral de todos sus integrantes, para lograr la subsistencia. O formas culturales como el trabajo infantil artístico, en ocasiones asociado a la representación de modelos sociales de éxito.
En el ámbito rural la situación es también compleja y no admite una mirada homogénea: mientras en el campo de la producción agroindustrial toda actividad laboral de niñes y adolescentes debe ser combatida y erradicada, (así como las habituales condiciones de explotación laboral que sufren personas de todas las edades), también debe contemplarse el ámbito de la agricultura familiar, donde la producción a baja escala y de manera más o menos artesanal, se enlaza con la protección ambiental, con la defensa de la diversidad biológica y la transmisión de una forma cultural en estrecha relación con la naturaleza. Allí donde las familias asumen el trabajo como parte de la vida cotidiana, donde la transmisión de conocimientos, de saberes, se realiza en la práctica misma, donde la apropiación de estos conocimientos, ligados a "saber hacer", puede (no siempre lo es) ser una forma de empoderamiento para niñxs en su crecimiento, donde la vida también incluye criar sus animales, andar a caballo, sembrar y cuidar. Allí debe haber una fuerte presencia del Estado, generando apoyos para las familias, para que la necesidad no transformen estas prácticas en explotación; para que la vida no se desarrolle en condiciones de precariedad, para que la vida de la niñez sea en condiciones de dignidad y suficiencia: con acceso adecuado a todos los derechos, con educación, con juegos (que la ayuda a la familia se mezcle con lo educativo y lo lúdico), con esparcimiento, con más oportunidades para que la vida infantil se de en plenitud.
En la realidad concreta, estas afectaciones de derechos están enlazadas, ninguna forma o modalidad de trabajo infantil será formativa mientras los Estados no aborden la intereseccionalidad de los derechos de manera integral, vinculando las áreas gubernamentales implicadas, la justicia social y el compromiso de que la vida sea más digna desde el primer momento.
En nuestro país, desde el año 2000, funciona la Comisión Nacional del
Trabajo Infantil (Conaeti), dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleo y
Seguridad Social; desde 2002, se desempeña la
Comisión Provincial de Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti)
y a nivel municipal, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social,
trabaja la Dirección de Integración Social con el área de Infancia y
Adolescencia.
Estos organismos son los que tienen como objetivo la erradicación del
trabajo infantil con acciones conducentes a la detección, la prevención y la
concientización. Desde estos organismos enfatizan que las actividades
gubernamentales tendrán un resultado positivo si son acompañadas de un
cambio profundo en la sociedad que lleve al compromiso y la acción conjunta. Es allí donde la institución familia cobra un crucial significado como el
primer espacio de vínculo social, donde el niño debe ser contenido,
respetado y acompañado y es deber del Estado de ser garante de sus derechos.
Por lo tanto, si bien la protección de los niños y niñas a formas de
explotación de trabajo infantil es un objetivo del Estado y de las políticas
públicas que se instrumenten, es un deber como sociedad estar alertas a
formas invisibilizadas de manipulación y sometimiento de las infancias, y es
una tarea de todos como miembros plenos de una comunidad.
En un mundo en crisis: 2021 año Internacional para eliminación del Trabajo Infantil
Según datos de
UNICEF,
en el mundo se calcula que unos 150 millones de niños de entre 5 y 14 años,
o casi 1 de cada 6 niños en este grupo de edad, son víctimas del trabajo
infantil. Según las últimas estimaciones de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), 7,4 millones de niños se dedican al trabajo doméstico,
que se lleva a cabo de manera desproporcionada por niñas. Los trabajadores domésticos se encuentran entre los más explotados,
vulnerables y maltratados por una serie de razones, como la discriminación,
la exclusión de las leyes laborales, el aislamiento, y su naturaleza oculta. Lxs niñxs tienen mayor riesgo por diversos factores como es su corta edad,
la falta de conocimiento de sus derechos, la separación de su familia y la
dependencia absoluta de su empleador. Una vez que son captadas para prestar este servicio, son víctimas de todo
tipo de vejaciones y vulneraciones. Siendo un trabajo de alto riesgo para
sus vidas, no gozando de ningún tipo de beneficio ni “contrato laboral”
debido a su edad y siendo utilizadas prácticamente como esclavas de forma
clandestina.
En el año del centenario de la
OIT y los 50
años de la oficina en la Argentina, se elaboró este audiovisual "100 años, 100
voces: el trabajo infantil en primera persona", donde brindan testimonios
personas de todas las provincias del país sobre los impactos del trabajo
infantil.
Ilustrados por el artista plástico Felipe Giménez, estos relatos componen la
historia colectiva de personas que debieron trabajar durante su niñez,
privadas de jugar y compartir con amigos y obligadas a cargar con
responsabilidades propias de los adultos, como cuidar de sus padres o sostener
económicamente a sus familias.
Para conocer mas de cada una de las historias y tener más
información te invitamos a que ingreses aquí: 100 años, 100 voces: el trabajo infantil en primera persona
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha adoptado por unanimidad la
resolución por la que se declara a 2021 como el
Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, la misma subraya el compromiso de los Estados Miembros de “Adoptar medidas
inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las
formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas y asegurar la
prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos
el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, de aquí a 2025, poner
fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
En este marco, la Asamblea General reconoció la importancia del
Convenio sobre la edad mínima, 1973 (N° 138) y del
Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999 (núm. 182) –cuya ratificación por los 187 Estados Miembros de la OIT es ya casi
universal– así como la de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Además, se reconoció la necesidad de “revitalizar las alianzas mundiales para
asegurar la aplicación de la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, incluida la consecución de los objetivos y las metas relativas a la
erradicación del trabajo infantil”.
En este punto, nuestro país asumió el liderazgo de la promoción de este
compromiso internacional, como seguimiento de la
IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil, celebrada en Buenos Aires en noviembre de 2017.
En aquella oportunidad, Martín García Moritán, delegado de Argentina ante las
Naciones Unidas, dijo: “Esperamos que éste sea un paso más en la
intensificación de los esfuerzos y el avance, día a día, hacia un mundo en el
que ningún niño sea sometido al trabajo infantil o a la explotación y un mundo
en el que el trabajo decente para todos sea una realidad”
El impacto económico generado por la pandemia y la crisis que atraviesa el
mundo pueden ser agravantes en el incremento del número de niños que son
utilizados para trabajar a edades muy tempranas, afectando principalmente a
las poblaciones de los países más pobres, sin importar las consecuencias que
esta situación les genere.
La infancia es un derecho de los niñxs, es el tiempo de jugar, aprender,
soñar, disfrutar; tiempo en el que deben tener la oportunidad de desplegar
sus potencialidades, estudiar, crecer y desarrollarse en un marco de apoyo y
contención.
Es por ello, que ante esta problemática infantil, las propuestas de
transformación que se deben articular deben incorporar que la realidad
social existente genera exclusiones, injusticias y desigualdad. Solo a
partir de este contexto y con posibles articulaciones y vínculos que
permitan proyectar más allá de visiones segmentadas, se pueden elaborar
políticas públicas interconectadas con diversas problemáticas sociales,
económicas, políticas y culturales.
De esta manera, los países podrán elaborar y aplicar programas integrales
para hacer frente al trabajo infantil, desde un marco jurídico y político,
que aumente su capacidad de transformación para promover un cambio social
positivo, inclusivo y justo; y a su vez desafíe aquellas normas culturales
que amparan el trabajo infantil y sean contrarias al derecho a infancias
libres y diversas.
Fuentes consultadas:
Tenemos mucho por hacer.
Apoyanos para seguir construyendo
una sociedad más inclusiva. Aquí te contamos cómo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario