Primeros días de diciembre 2020, últimos
del ciclo lectivo de la pandemia, aquel en el que estudiantes y docentes
compartieron las aulas sólo unos días allá por el lejano marzo. Un año de
muchísimas dificultades y de una entrega histórica de alumnos, de familias y de educadores y educadoras,
que lucharon para sostener lo mejor posible las experiencias de aprendizajes
en cada estudiante.
La imagen es un collage de fotos de un estudiante mostrando sus frutos del proyecto de huerta hogareña, uno de los ejes transversales de trabajo en el 2020 |
En esos últimos días del año y mes pasados, muchos mensajes en las redes, en
reuniones virtuales y video llamadas coincidieron en describir el 2020 desde
las emociones encontradas que dejó, entre pérdidas irreparables y nuevas experiencias, entre dolores y solidaridad, entre la pandemia y la entrega. Como el mensaje de nuestra compañera Belén Mignola, docente de la escuela
especial que escribía en su cuenta de instagram:
Emociones encontradas, informes que todavía no termino, la convicción de que no hubiera sido lo mismo sin la EMPATÍA y el trabajo en equipo, el orgullo de tener al lado compañeras y AMIGAS que lo dieron todo y con quienes nos acompañamos en cada momento... El empuje, esencia e impronta de cada uno, sumando y tratando de dar lo mejor siempre... Año que fue para aprendizaje de todos, donde me quedo con el amor que traspasa pantallas y con la vocación que te hace superar cualquier burocracia, ¡defendiendo siempre nuestra profesión! Gracias al que acompañó, sostuvo, entendió, gracias a cada familia, a cada uno de mis estudiantes, que en cada encuentro, en cada esfuerzo, y en cada gesto, hicieron que valga todo... ¿Si la escuela en pandemia fue difícil? Pff... no se dan una idea ¡Pero ahí estuvimos poniendo el corazón! Gracias amigas hermosas por estar, compartir y por aprender tanto de ustedes!!
Definitivamente, el 2020 significó para la educación un año de retrocesos que
lamentaremos como sociedad durante mucho tiempo: particularmente en relación a
la desigualdad evidente, entre estudiantes con recursos hogareños o
familiares, con accesos, con dispositivos y conectividades, con oportunidades
y también con privilegios, y estudiantes que no contaron con algunas o todas
estas posibilidades, necesarias este año más que nunca.
Entre estudiantes de escuelas que tenían preparadas sus aulas virtuales y
migraron rápidamente, y escuelas que bregaron para que lo más esencial, la
comida, llegara a la mesa de sus alumnos y alumnas.
El derecho a jugar fue también una estrategia de aprendizaje clave. La imagen muestra una estudiante frente a un tablero del juego de la Oca. |
Así las cosas, también el 2020 fue el año en el que el trabajo de los maestros
y maestras demostró ser el principal motivo para que estas brechas no fueran
aún mayores, para que puedan encontrarse formas nuevas para expresar la
relación de las personas con los conocimientos, para desarrollar prácticas
inclusivas, nacidas de una creatividad que floreció en las pantallas y
motivadas por la preocupación evidente, porque el menor número posible de
estudiantes se caiga de la escuela.
Ahora en tiempos de descanso, de vacaciones con cuidados, (que debemos
sostener y alentar porque la situación sigue siendo de gravedad) y con el
necesario reconocimiento a la labor de miles y miles de educadores y
educadoras de todo el país, es impostergable pensar un escenario para el
próximo ciclo lectivo que garantice una mayor igualdad, inclusión y justicia
educativa para los millones de ciudadanos y ciudadanas de nuestro país que
tienen que acceder a la educación como un derecho humano.
El desafío por delante es inmenso, tanto como la gratitud hacia nuestrxs
compañerxs docentes y el deseo de que tanto educadores como estudiantes y familias estén disfrutando con cuidados de sus merecidas vacaciones.
Tenemos mucho por hacer.
Apoyanos para seguir construyendo
una sociedad más inclusiva. Aquí te contamos cómo.
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