En el segundo
encuentro del curso de Acompañamiento Terapéutico y Discapacidad, la propuesta
fue trabajar el alcance de la función del acompañante terapéutico, problematizar
la posición y perspectiva con la cual abordamos el abordaje clínico, cómo el
acontecer modifica nuestra forma de posicionarnos, de intervenir y los efectos que se producen, tanto en el acompañante
como en el acompañado.
Para compartir
procesos, experiencias y orientaciones teóricas, el lic. Rodrigo Santillán,
integrante del equipo Agora- de Buenos aires, planteaba la inquietud de las
situaciones vividas en lo cotidiano de la práctica, de manera de extraer desde la
experiencia una práctica clínica que oscila entre “estar o no estar en función
de acompañante”.
Como se preguntaba Santillán
“¿Qué hace que estemos en función?, ¿Cómo nos damos cuenta de que lo estamos
haciendo tiene una orientación clínica y no cualquier cosa?
El repensar, el
cuestionar y tener una mirada atenta y crítica a nuestro posicionamiento, debe propiciar
el espacio para que en la escena del acompañamiento, la escucha sea un elemento
clave con significados y significantes que si bien nos precipita a situaciones
de inmediatez, el posterior dialogo con
la lectura necesaria de este encuentro, se piense la experiencia dada, se distingue
elementos y se comparte con otros. Es esta dialéctica entre la experiencia y la
clínica la que nos va permitir orientaciones clínicas que van orientar la práctica.
En este sentido Santillán,
planteaba la recurrencia en la práctica de la presencia de un ideal de AT lo
que en general, no sólo la experiencia nos muestra la diversidad de las maneras
en que puede presentarse sino el obstáculo que esto implica para la función clínica
cuándo se “hecha a mano” a este ideal como respuesta que pueda encontrar un sentido
a la incertidumbre que el encuentro con ese sujeto y situación nos produce.
Para evitar estas
situaciones, es fundamental pensar y trabajar desde el encuentro de cada equipo
de acompañantes y coordinador como lugar donde “ se piensa lo acontecido, la particularidad
del caso, los obstáculos, las intervenciones, es el lugar dónde se diseña entre
varios la orientación clínica que tendrán nuestras intervenciones, partir de ese volver a la experiencia para extraer
de ella los detalles, las sutilezas a partir de las cuales va tomando
consistencia la orientación clínica del caso”.
La función de la clínica
debe posibilitar abordajes en el acompañamiento donde la renuncia del saber
previo debe ser imprescindible al momento de acompañar para poder detectar esos
elementos que nos van a permitir pensar lo sucedido, pensar “el caso”. La “rectificación
de la función de AT” como explicaba Santillán es una instancia necesaria por la
que habrá que atravesar a cada momento en una relación dialéctica entre la clínica
y la experiencia, en una mirada atenta para destituir los poderes de los saberes
profesionales, para ir asumiendo una función clínica pensada desde la interdisciplina y corrernos
de las “recetas o soluciones” cuando nos ubicamos en relación a un tipo ideal de AT, un “modelo de salud y
enfermedad”, un “modelo de saber”.
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