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"La planta de Bartolo" y el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Un día, Bartolo sembró un hermoso cuaderno en un macetón. Luego de regarlo y cuidarlo durante un buen tiempo, “¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores”. Así fue que nació la planta de cuadernos de Bartolo. Y Bartolo se puso muy contento  “Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!” Resulta que los cuadernos eran muy caros y ahora los chicos no iban a sufrir cuando terminaran uno.  Todos los chicos estuvieron muy contentos: “cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos escribían y aprendían con muchísimo gusto” Pero no todos estaban felices: “el Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué” y fue a ver a Bartolo.  Le quiso comprar la planta, pero Bartolo no vendía.
Ésta y las imágenes siguientes muestran trabajos que distintos grupos de adolescentes de la escuela de APADIM realizaron en torno al Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia
Le ofreció primero “un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores”, luego “una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de navidad”, y nada. “Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes”, “una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja” y hasta nombrarlo “Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo” No había caso, Bartolo no vendía la planta: “Los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos”
Tapa del cuento "La Planta de Bartolo"
Serie: "Las Abuelas nos cuentan"
Ministerio de Educación de la Nación
Tanto se enojó el vendedor que decidió robársela. Volvió con “los soldaditos azules de la policía”, pero justo llegaron los chicos y también los pajaritos y conejitos: “Todos rodearon con grandes risas al Vendedor de Cuadernos y cantaron “Arroz con leche”, mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones”.  Colorado de vergüenza, el vendedor salió corriendo a esconderse, en “el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan”.

En 1976, la dictadura militar prohibió el libro La torre de cubos, de Laura Devetach, que contenía “La Planta de Bartolo”.  Sobre este cuento, la censura emitía un dictamen tan absurdo como obtuso: decía que tenía "graves falencias" como "Distorsas [sic] y giros de mal gusto, simbología confusa, cuestionamientos ideológicos-sociales, objetivos no adecuados al hecho estético, ilimitada fantasía, carencia de estímulos espirituales y trascendentes", además de que "el libro critica la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad".

A 41 años del golpe que instauró la persecución y el terrorismo de estado en la etapa más oscura de nuestra historia, relatos censurados como “La Planta de Bartolo” se vuelven imprescindibles puertas de entrada para para las trabajar en las escuelas, en los barrios, en las familias, en las comunidades. Para construir una sociedad que sobre la base de la Memoria, la Verdad y la Justicia, no vuelva a repetir sus etapas más oscuras.









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