De chico lo declararon “ineducable” por su discapacidad; hoy, cerca de obtener un título, cuenta su vivencia ante la ONU
Con una parálisis cerebral que le impide
controlar sus movimientos y vocalizar, Juan Cobeñas fue considerado a
los seis años un caso perdido por sus maestros de educación especial.
Decían que era “ineducable”; que carecía por completo de motivación. Aun
así sus padres siguieron buscando opciones educativas a su medida; no
para que fuera más inteligente sino para que viviera mejor. Dos décadas
más tarde, aquel chico “ineducable” no sólo está a punto de obtener un
título universitario sino que se encuentra por estas horas en Ginebra, a
donde fue invitado por Naciones Unidas para contar su historia, un
ejemplo de la discriminación que muchas personas como él sufren todavía
en nuestro país.
La invitación a Juan, cursada por el Comité
de Naciones Unidas a cargo de la Convención Internacional de los
Derechos de las Personas con Discapacidad, surgió en el marco de una
jornada donde expertos de todo el mundo denunciaron el escaso
cumplimiento que muchos países, incluido el nuestro, le dan a su derecho
a asistir a la misma escuela que el resto de la población.
Juan contó su historia como un ejemplo de hasta qué punto la falta de políticas inclusivas pueden quitar chances de superación
“La exclusión en educación que experimentan
muchos niños y adultos a causa de sus discapacidades no sólo constituye
una forma de discriminación sino que impide su participación con equidad
en todas las demás esferas de la vida”, enfatizaron esta semana los
responsables de ese Comité al reclamar a los gobiernos un mayor
compromiso con los principios de la Convención.
Fue en este contexto que Juan, que hoy tiene
24 años y está cursando sus últimas materias de la carrera de Letras en
la UNLP, contó su experiencia como un ejemplo de hasta qué punto la
falta de políticas inclusivas puede quitarle a una persona toda chance
de superación.
Una Cuestión de voluntad
“Cuando Juan tenía cinco años las maestras
nos dijeron que dada su discapacidad no podíamos siquiera incorporarlo a
una escuela especial. Decían que era un multi-impedido y que no había
pedagogía posible para él. Y aunque nosotros en ese momento no
cuestionábamos el diagnóstico, tampoco nos resignábamos a que no tuviera
acceso a alguna opción educativa, al menos para que pudiera vivir
mejor”, cuenta Elena, su mamá.
Sin ninguna experiencia en el tema, ella y su
marido comenzaron a investigar alternativas para Juan fuera del país. Y
así fue que a mediados de los noventa dieron con un centro
especializado en Inglaterra que les dijo que el problema de su hijo no
pasaba por la inteligencia sino por la comunicación. Su propio cuadro le
impedía entablar un diálogo con los demás para poder aprender; por lo
que era necesario enseñarle un sistema alternativo de comunicación.
Leer y escribir
Gracias a una tabla con símbolos, al
principio muy elementales, que Juan señalaba con la mano, su mamá le
enseñó con enorme paciencia a leer y escribir. Y al cumplir los 9 años,
con la ayuda de un asistente personal que le hacía de intérprete, el
chico pudo finalmente incorporarse a una escuela común donde no tardó en
alcanzar el nivel de los demás.
“En ese momento no había escuelas inclusivas
en Argentina, por lo que no fue fácil encontrar un lugar para Juan en
una escuela común. Sólo el Instituto Manuel Belgrano de City Bell aceptó
incorporarlo y lo hizo por buena voluntad”, cuenta Elena, quien asegura
que a pesar que han pasado ya quince años desde entonces y la
Convención por los Derechos de las Personas con Discapacidades tiene hoy
rango constitucional, la situación no ha cambiado demasiado en nuestro
país.
“A pesar de que hoy constituye un derecho, la
educación inclusiva en Argentina sigue limitándose a experiencias
aisladas que dependen sobre todo de una voluntad individual” cuenta
Elena, quien preside la Asociación Azul, una ONG por los derechos de las
personas con discapacidad.
“La ley no es suficientemente enfática en
cuanto a que se trata de una obligación -dice- por lo cual las escuelas
que no quieren incluir a los chicos con discapacidades, que son la gran
mayoría, encuentran el margen legal para hacerlo sin ninguna
dificultad”.
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