La revista Matices “la revista de norte a sur” realizó una interesante entrevista a Eliana Walker, una de las profesionales coordinadora del Programa de Promoción Sociolaboral.
Matices esta conformado por un equipo de profesionales especializados en la comunicación y el diseño gráfico, con 20 años de trayectoria en el ámbito de la comunicación. Es una revista con una fuerte incidencia en la zona norte y sur de la ciudad de Córdoba.
Agradecemos a la revista su interés con nuestro trabajo, compartimos aquí, la nota publicada en la edición impresa de noviembre.
Trabajar para que todos trabajen
Apadim es una ONG del Sur de la ciudad que se dedica a la formación integral de personas con discapacidad intelectual. Desde hace algunos años se esfuerza por lograr la inclusión laboral efectiva de estos jóvenes, tarea fundamental para alcanzar el ejercicio pleno de la ciudadanía de esta parte de la población.
Conseguir trabajo muchas veces no es tarea fácil y si quien lo demanda es una persona que tiene discapacidad intelectual, alcanzar el empleo es aún más difícil. Batallando en medio de una sociedad que se mueve en base a estereotipos y prejuicios que los relegó por mucho tiempo, la posibilidad de lograr una verdadera inclusión laboral se consolida en Córdoba a partir de una iniciativa de la ONG Apadim.
“El Programa de Promoción Socio Laboral surgió en el seno de la escuela de Capacitación y Formación Laboral que funciona en la entidad desde 1997, cuando un grupo coordinado por Norma Baratta comenzó a trabajar fuertemente la autonomía de los jóvenes y la posibilidad de que puedan construir proyectos de vida con eje en el trabajo. La iniciativa se dio en un contexto donde diversas empresas comenzaban a contratar a personas con discapacidad intelectual, con una idea más marketinera que no compartíamos pero que en ese momento sirvió para instalar el tema y discutir la necesidad de una verdadera inclusión de estos jóvenes en el mercado laboral”, señala una de las responsables del Programa, Eliana Walker.
Con esfuerzo y aprovechando las herramientas estatales como la Ley de Pasantías o los Programas Primer Paso, pudieron desarrollar un sistema de pasantías para los alumnos que cursan el sexto año en la Escuela Especial de Apadim y un plan de inserción para los que participan de los talleres protegidos. Actualmente, casi 40 jóvenes están efectivamente incorporados en más de 15 empresas de la ciudad, desempeñando diversas tareas. Tal como relata Walker, poner el foco en lo que estos jóvenes pueden hacer, en su potencial, y desterrar las representaciones sociales que los catalogan de violentos o con posibilidades limitadas de desarrollo, permitieron cambiar la mirada de algunos empleadores sobre su desenvolvimiento en el trabajo, al punto que hoy las empresas llaman a Apadim para contratar a los chicos que asisten a la institución.
“El Programa de Promoción Socio Laboral surgió en el seno de la escuela de Capacitación y Formación Laboral que funciona en la entidad desde 1997, cuando un grupo coordinado por Norma Baratta comenzó a trabajar fuertemente la autonomía de los jóvenes y la posibilidad de que puedan construir proyectos de vida con eje en el trabajo. La iniciativa se dio en un contexto donde diversas empresas comenzaban a contratar a personas con discapacidad intelectual, con una idea más marketinera que no compartíamos pero que en ese momento sirvió para instalar el tema y discutir la necesidad de una verdadera inclusión de estos jóvenes en el mercado laboral”, señala una de las responsables del Programa, Eliana Walker.
Con esfuerzo y aprovechando las herramientas estatales como la Ley de Pasantías o los Programas Primer Paso, pudieron desarrollar un sistema de pasantías para los alumnos que cursan el sexto año en la Escuela Especial de Apadim y un plan de inserción para los que participan de los talleres protegidos. Actualmente, casi 40 jóvenes están efectivamente incorporados en más de 15 empresas de la ciudad, desempeñando diversas tareas. Tal como relata Walker, poner el foco en lo que estos jóvenes pueden hacer, en su potencial, y desterrar las representaciones sociales que los catalogan de violentos o con posibilidades limitadas de desarrollo, permitieron cambiar la mirada de algunos empleadores sobre su desenvolvimiento en el trabajo, al punto que hoy las empresas llaman a Apadim para contratar a los chicos que asisten a la institución.
“Cada vez que uno de los jóvenes comienza un trayecto laboral, nosotras estamos casi seguras que será exitoso porque se los forma para que se muevan de forma autónoma, tomen decisiones y se los prepara para el contexto de trabajo. Todos los días se hace hincapié en cuestiones como la importancia de cumplir horario, mantener el orden y la limpieza, ser responsable…”, señala.
De esa manera, insertarse en el mercado laboral es un paso de un proceso que comienza mucho tiempo antes. Los jóvenes con competencias para realizar una pasantía o integrarse en un puesto de trabajo forman parte del “Grupo de preparación para el trabajo” en el que comparten dudas e inquietudes relacionadas a la identidad o a sus proyecciones personales. Luego, a partir de evaluaciones docentes, el interés y el perfil que requiere un puesto de trabajo se selecciona a quien podría cumplir las expectativas.
“Las tareas que realizan son diversas: administrativas, operarios, en el área de Recursos Humanos. Es fundamental que ocupen cargos reales en las empresas, no que les inventen un puesto porque esto no es caridad o pasantía corta, nuestro objetivo es que accedan al empleo y si son productivos, queden efectivos”, explica Walker.
Por esa razón, antes de concertar una entrevista laboral con un candidato, las encargadas del Programa realizan un diagnostico de las condiciones de la empresa y las motivaciones por las que desean contratar chicos con discapacidad intelectual. “Es importante advertir a los empresarios que es un proceso largo y de trabajo en equipo: con Recursos Humanos, con el jefe del sector donde el joven se podría incluir y a veces con todos los empleados. Es necesario hacer una evaluación del puesto, del contexto y seleccionar quien será, dentro de la compañía, el apoyo natural del futuro empleado. Además, nosotros vamos a estar presentes siempre porque generalmente hay un vínculo fuerte con el joven y su familia. La idea es que nunca necesiten nada porque indica que pueden resolver situaciones laborales, enfrentar cambios y alcanzar mayor de madurez”, relata. Tal como describe, la intervención de Apadim es similar a cualquier selección de personal y lo vivido estos años ha demostrado que si se trabaja correctamente, la experiencia es altamente positiva. “La formación en la cultura del trabajo de los jóvenes es alta, lo que garantiza un rendimiento acorde a lo que exige un puesto laboral competitivo y además tienen un genuino interés en trabajar, porque muchas veces esperan años su oportunidad”, dice Walker.
El vínculo con los jóvenes no se termina cuando logran insertarse en el mercado laboral sino que deben asistir una vez por semana al Grupo de desarrollo socio laboral, un espacio de intercambio donde conversan sobre cuestiones relativas al contexto laboral, motivaciones e intereses personales. Además, es un lugar que permite la interacción entre los que ya están trabajando con los que recién inician el trayecto: un intercambio enriquecedor y necesario. Además, la relación con el dinero debe revisarse con los jóvenes y los padres. “Es importante que los chicos sepan cuánto ganan y administren su dinero. Eso les permite proyectarse en el futuro, y algunos quieren dar otro paso hacia una mayor independencia: irse a vivir solos. Todavía es difícil hablar de esto, peromuchos estarían en condiciones de hacerlo.”
La construcción de este camino es tarea de todos los días y los desafíos son constantes. Desde el Programa esperan que cada uno de los pasos que dieron en la inclusión laboral de estos jóvenes sedimenten en la sociedad para que sea verdaderamente diversa e inclusiva. Así, en un futuro cercano las condiciones en el medio serán aptas para que las personas con discapacidad intelectual no necesiten entidades mediadoras para conseguir un trabajo formal, competitivo y real.
De esa manera, insertarse en el mercado laboral es un paso de un proceso que comienza mucho tiempo antes. Los jóvenes con competencias para realizar una pasantía o integrarse en un puesto de trabajo forman parte del “Grupo de preparación para el trabajo” en el que comparten dudas e inquietudes relacionadas a la identidad o a sus proyecciones personales. Luego, a partir de evaluaciones docentes, el interés y el perfil que requiere un puesto de trabajo se selecciona a quien podría cumplir las expectativas.
“Las tareas que realizan son diversas: administrativas, operarios, en el área de Recursos Humanos. Es fundamental que ocupen cargos reales en las empresas, no que les inventen un puesto porque esto no es caridad o pasantía corta, nuestro objetivo es que accedan al empleo y si son productivos, queden efectivos”, explica Walker.
Por esa razón, antes de concertar una entrevista laboral con un candidato, las encargadas del Programa realizan un diagnostico de las condiciones de la empresa y las motivaciones por las que desean contratar chicos con discapacidad intelectual. “Es importante advertir a los empresarios que es un proceso largo y de trabajo en equipo: con Recursos Humanos, con el jefe del sector donde el joven se podría incluir y a veces con todos los empleados. Es necesario hacer una evaluación del puesto, del contexto y seleccionar quien será, dentro de la compañía, el apoyo natural del futuro empleado. Además, nosotros vamos a estar presentes siempre porque generalmente hay un vínculo fuerte con el joven y su familia. La idea es que nunca necesiten nada porque indica que pueden resolver situaciones laborales, enfrentar cambios y alcanzar mayor de madurez”, relata. Tal como describe, la intervención de Apadim es similar a cualquier selección de personal y lo vivido estos años ha demostrado que si se trabaja correctamente, la experiencia es altamente positiva. “La formación en la cultura del trabajo de los jóvenes es alta, lo que garantiza un rendimiento acorde a lo que exige un puesto laboral competitivo y además tienen un genuino interés en trabajar, porque muchas veces esperan años su oportunidad”, dice Walker.
El vínculo con los jóvenes no se termina cuando logran insertarse en el mercado laboral sino que deben asistir una vez por semana al Grupo de desarrollo socio laboral, un espacio de intercambio donde conversan sobre cuestiones relativas al contexto laboral, motivaciones e intereses personales. Además, es un lugar que permite la interacción entre los que ya están trabajando con los que recién inician el trayecto: un intercambio enriquecedor y necesario. Además, la relación con el dinero debe revisarse con los jóvenes y los padres. “Es importante que los chicos sepan cuánto ganan y administren su dinero. Eso les permite proyectarse en el futuro, y algunos quieren dar otro paso hacia una mayor independencia: irse a vivir solos. Todavía es difícil hablar de esto, peromuchos estarían en condiciones de hacerlo.”
La construcción de este camino es tarea de todos los días y los desafíos son constantes. Desde el Programa esperan que cada uno de los pasos que dieron en la inclusión laboral de estos jóvenes sedimenten en la sociedad para que sea verdaderamente diversa e inclusiva. Así, en un futuro cercano las condiciones en el medio serán aptas para que las personas con discapacidad intelectual no necesiten entidades mediadoras para conseguir un trabajo formal, competitivo y real.
Pagina web: http://www.apadim.org.ar/
Fuente: Revista Matices
Fuente: Revista Matices
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