Estuve en Andalgalá, provincia de Catamarca, ciudad rodeada de bellas montañas, cerros, y el más grande e imponente Aconquija, característico por sus picos nevados durante las cuatro estaciones del año. Allí escuché voces de niños, jóvenes, ancianos; estudiantes, amas de casa, profesionales; maestras, empleados públicos, y más. Cada una de esas voces fueron distintas y también iguales. Sí, así es, distintas por la particularidad de las historias de vida; pero al mismo tiempo, iguales en el sentir. Sentirse parte de un pueblo, con sus costumbres, sus callecitas, sus algarrobos, sus olivos, sus niños en la calle jugando a ser felices. Y esto se percibía en los más sublimes aromas a leña, la identidad del andalgalense. La unidad en la diversidad, eso es identidad.
No obstante, este sentido de identidad ha sido flagelado desde hace un poco más de una década cuando se instaló y comenzó a funcionar el proyecto megaminero de Bajo
Esto forma parte, una vez más, de las estrategias de estos gigantes transnacionales: empobrecer hasta hacer creer a una población que son la única salida posible. Se colaron por los resquicios más mínimos de la sociedad, fragmentándola, dispersándola, contaminándola.
La contaminación social y la perversidad en el discurso de las empresas
Pude percibir muy claramente a qué hizo referencia una vecina cuando la escuché hablar de contaminación social. Claro, pues como no se va a contaminar el tejido social si la penetración ideológica con su correlato y los intentos de aculturación, son permanentes y persistentes. Existen en la ciudad dos calles que tienen el nombre de las mineras, una es Alumbrera, otra es Agua Rica. A su vez, hay varios carteles, de esos que indican los nombres de las calles, que tienen otro cartelito arriba con el logo y nombre de la empresa.
Otra: se pueden ver en algunos comercios carteles de una campaña de concientización del uso racional del agua con adhesión de Minera Alumbrera y hasta impulsados exclusivamente por la misma. Estas empresas utilizan 100 millones de litros de agua por día, además de contaminarla con el uso de sustancias altamente nocivas para la salud de la tierra y de las personas. Yo diría más bien: “Sea racional, pa’ irracionales estamos nosotros”. Hasta parece un chiste. Pero no señorxs, es en serio esto que cuento.
La empresa y los medios de comunicación
Juan Muro, dueño de radio
Por otro lado, este es el único medio que les ha otorgado un espacio a los asambleístas de El Algarrobo para que puedan realizar su programa de radio. Este sale los sábados por la mañana de
La postura crítica evidentemente es mal vista y hasta censurada por el gobierno local. Los pocos periodistas que trabajan en esta radio, tienen vedado el ingreso a las conferencias de prensa que ocasionalmente pueda organizar el municipio.
El accionar de esta radio es la excepción a la regla: los otros medios pasan de manera continua publicidad de las empresas mineras y hasta tienen programas enteros que aluden a los enormes beneficios económicos-productivos de esta actividad.
¿Burocracia, inoperancia o complicidad estatal?
Allí donde el estado flaquea, la empresa está al pie del cañón. Faltan lápices y cuadernos en la escuela pública. La maestra levanta el teléfono y llama a
Algunas obras públicas han sido subsidiadas mediante convenio de Minera Alumbrera y el municipio de Andalgalá. Una de las ambulancias del pueblo también fue adquirida con aportes de la empresa, por lo tanto podemos ver también el logo inscripto en ella.
Nada de esto es casual. La empresa responde ante la burocracia e inoperancia estatal. A su vez, el gobierno local refuerza el discurso empresarial, fomentando y favoreciendo el clientelismo producto de estas “acciones solidarias”.
Resistencia, dignidad y la libertad que queremos conseguir
“El primer grito de libertad tiene otro significado para nosotros. Creemos que defender la tierra, defender nuestra agua, defender la soberanía es estar diciendo ‘queremos ser libres’, no depender de multinacionales, que no nos invadan, que no nos cambien nuestra cultura, que podamos mantener nuestra presencia de pueblo andalgalence y no invadidos por extranjeros (…) yo elijo vivir tranquila con mi conciencia que creo que es defendiendo lo nuestro y diciendo NO a esta megaminería, ni hoy, ni mañana, ni nunca”, (Fátima, vecina de Andalgalá).
“Me molesta muchísimo cuando compañeros de la escuela me dicen: ‘Y bueno, de algo nos tenemos que morir’, yo digo, sí, claro que de algo nos tenemos que morir, pero yo me quiero morir de viejita nomás, no dejar que me asesinen” (Ana Laura, 15 años)
“No podemos entender y vamos a oponernos y vamos a seguir luchando contra estos emprendimientos mineros en nuestra provincia, porque ya llevamos 14 de años de mala experiencia con minera
Estas voces me llevan a repensar en esto que relata la historia oficial. Creo que, como dicen los asambleístas: mientras existan en Argentina pueblos “sacrificables”, personas “sacrificables”, desigualdad, violencia y contaminación, no hay motivos para festejar, sino urgencia por actuar en la construcción de una verdadera libertad.
1 comentario:
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