Vecinos pretenden que se aplique una ordenanza que les da espacio y presupuesto para acciones sanitarias.
“Somos un grupo de vecinos y organizaciones que integramos el Consejo de Salud de la Zona Sur”, se presenta la nutricionista Verónica Mamondi. “Reclamamos la ejecución de la ordenanza 22.584/08, que prevé un presupuesto de 500 mil pesos anuales, para tareas de prevención en los 96 centros municipales”.
Pasando la circunvalación, la zona sur de la ciudad de Córdoba comprende alrededor de 15 barrios y tiene 16 centros de salud (dispensarios y Unidad Primaria de Atención). Entre las barriadas más conocidas están Villa El Libertador, Comercial, Cabildo, Vicor y Santa Isabel.
En total, son más de 125 mil habitantes, sin contar Nuestro Hogar III, donde residen 45 familias de bolivianos, peruanos y otros. La salud no es buena, pero la índole del problema es más socioeducativa que estrictamente fisiológica. Obesidad, hipertensión, embarazo adolescente y las adicciones ocasionan trastornos diarios. Sólo la diabetes puede ser acusada de “patología” propiamente dicha.
Aún así, en muchos casos es factible detectarla y contenerla en el ámbito familiar, sin esperar que se produzcan los episodios que desembocan en la camilla del médico. Discontinuidad. Apenas una decena de miembros de dicho Consejo concurre al mitin frente a la plaza de Villa El Libertador.
El invierno no incita a reunirse en la gélida parroquia. Pocos pero convencidos, los asistentes tienen claro lo que buscan desde hace un lustro. Ya lo pusieron en práctica a comienzos de año, cuando el dengue era más imperioso que la gripe. Pero, como suele ocurrir, finalizó la campaña y volvió el estancamiento. “En menos de cinco años, pasamos por siete funcionarios municipales”, señala el psicólogo Omar Barrault. La falta de continuidad es todo un obstáculo, en la relación “Estado-ciudadanía”. En este caso, entre municipio y usuario.
Tras largo peregrinar, el Consejo Zona Sur logró que el Concejo Deliberante emitiera una ordenanza. Nunca se reglamentó ni hay miras de hacerlo. Sin partida. “Aunque (esa ordenanza) era parte del presupuesto 2009, no se dispuso de dónde provendrían los fondos”, admite Juan de Dios Chamorro, actual titular de la Dirección de Atención Primaria de la Salud (Daps). Para no herir susceptibilidades, no nos animamos a preguntarle el funcionario número cuánto viene a ser él. Además, Chamorro también la tiene clara: “La demanda de recursos e insumos para atender patologías, desde diarreas a bronquitis y otras realmente graves, pasando por la leche en polvo, absorbe todos los recursos comunales”. Aunque Chamorro comparte el criterio intervencionista de los vecinos, aún no ha logrado la designación de nutricionistas en el ámbito de la Daps.
Evitar enfermarse. “Desde 2007 estamos colaborando en la construcción del Hospital de la zona sur, que en teoría estará listo en 2010. Pero, considerando que esa no debería ser la primera ni, menos, la única opción para ‘curarse’, estamos trabajando en otros niveles, principalmente en Atención Primaria”, resume la enfermera María del Carmen Zárate.
Desde luego, en la zona también hay enfermedades de riesgo. Las que más afligen, son tuberculosis, lupus, leucemia y cáncer. El equipo comunitario también demostró ser útil a la hora de censar la cantidad de casos, y su probable origen. “Las antenas y los basurales son sumamente tóxicos”, coinciden los entrevistados.
Pero ahí están. Plata y “verso”. La campaña vecinal logró la aprobación de dicho monto, aplicable a proyectos comunitarios. “Nadie sabe cómo se implementará, ni cuándo”, repiten Mamondi y Barrault.
Según cálculos del Consejo Zonal, a la zona sur le tocarían 80 mil pesos por año. “Esa cifra alcanza y sobra”, dicen, para organizar talleres; ir casa por casa, controlando alimentación y vacunación infantil, y dando profilaxis del sexo y el embarazo; orquestar operativos de limpieza con Higiene Urbana; armar campeonatos deportivos, etcétera. Las acciones estarían a cargo del equipo integrado por un médico, un trabajador social, enfermera y psicólogo.
“Hay que comprometer a los médicos, y a la gremial respectiva”, sostiene la farmacéutica Cristina Yanes, de barrio Vicor. Este conjunto de medidas parece muy simple de ejecutar. Ni siquiera parece caro. “El gran problema de la atención primaria de la salud, es que se habla mucho más de lo que se hace”, confía un veterano profesional. “¿Qué o quién les impide, a esa y otra gente, poner manos a la obra? ¿No pueden coordinar mínimamente con el dispensario y las escuelas?”.
Otros vecinos recuerdan que, allá por 2005, en la barriada sureña bautizada Ar.Pe.Bo.Ch (por Argentina, Perú, Bolivia y Chile), ya se hizo una campaña contra el dengue “importado”. Y tuvo éxito, “sin necesidad de sacar una ordenanza ni disponer de una partida”.
Propuestas .Al igual que otras zonas de la periferia cordobesa, la sureña es consciente de que la escasez de higiene es un foco de enfermedades.
Por eso proponen: Multar a los privados que ensucian y no limpian. Instrumentar acciones colectivas entre vecinos y CPC, a través de los dispensarios. Diseñar estrategias ambientales en las escuelas. Comprometer a los médicos y a la gremial médica para que se involucren en el proyecto.
Fuente: La Voz del Interior.
“Somos un grupo de vecinos y organizaciones que integramos el Consejo de Salud de la Zona Sur”, se presenta la nutricionista Verónica Mamondi. “Reclamamos la ejecución de la ordenanza 22.584/08, que prevé un presupuesto de 500 mil pesos anuales, para tareas de prevención en los 96 centros municipales”.
Pasando la circunvalación, la zona sur de la ciudad de Córdoba comprende alrededor de 15 barrios y tiene 16 centros de salud (dispensarios y Unidad Primaria de Atención). Entre las barriadas más conocidas están Villa El Libertador, Comercial, Cabildo, Vicor y Santa Isabel.
En total, son más de 125 mil habitantes, sin contar Nuestro Hogar III, donde residen 45 familias de bolivianos, peruanos y otros. La salud no es buena, pero la índole del problema es más socioeducativa que estrictamente fisiológica. Obesidad, hipertensión, embarazo adolescente y las adicciones ocasionan trastornos diarios. Sólo la diabetes puede ser acusada de “patología” propiamente dicha.
Aún así, en muchos casos es factible detectarla y contenerla en el ámbito familiar, sin esperar que se produzcan los episodios que desembocan en la camilla del médico. Discontinuidad. Apenas una decena de miembros de dicho Consejo concurre al mitin frente a la plaza de Villa El Libertador.
El invierno no incita a reunirse en la gélida parroquia. Pocos pero convencidos, los asistentes tienen claro lo que buscan desde hace un lustro. Ya lo pusieron en práctica a comienzos de año, cuando el dengue era más imperioso que la gripe. Pero, como suele ocurrir, finalizó la campaña y volvió el estancamiento. “En menos de cinco años, pasamos por siete funcionarios municipales”, señala el psicólogo Omar Barrault. La falta de continuidad es todo un obstáculo, en la relación “Estado-ciudadanía”. En este caso, entre municipio y usuario.
Tras largo peregrinar, el Consejo Zona Sur logró que el Concejo Deliberante emitiera una ordenanza. Nunca se reglamentó ni hay miras de hacerlo. Sin partida. “Aunque (esa ordenanza) era parte del presupuesto 2009, no se dispuso de dónde provendrían los fondos”, admite Juan de Dios Chamorro, actual titular de la Dirección de Atención Primaria de la Salud (Daps). Para no herir susceptibilidades, no nos animamos a preguntarle el funcionario número cuánto viene a ser él. Además, Chamorro también la tiene clara: “La demanda de recursos e insumos para atender patologías, desde diarreas a bronquitis y otras realmente graves, pasando por la leche en polvo, absorbe todos los recursos comunales”. Aunque Chamorro comparte el criterio intervencionista de los vecinos, aún no ha logrado la designación de nutricionistas en el ámbito de la Daps.
Evitar enfermarse. “Desde 2007 estamos colaborando en la construcción del Hospital de la zona sur, que en teoría estará listo en 2010. Pero, considerando que esa no debería ser la primera ni, menos, la única opción para ‘curarse’, estamos trabajando en otros niveles, principalmente en Atención Primaria”, resume la enfermera María del Carmen Zárate.
Desde luego, en la zona también hay enfermedades de riesgo. Las que más afligen, son tuberculosis, lupus, leucemia y cáncer. El equipo comunitario también demostró ser útil a la hora de censar la cantidad de casos, y su probable origen. “Las antenas y los basurales son sumamente tóxicos”, coinciden los entrevistados.
Pero ahí están. Plata y “verso”. La campaña vecinal logró la aprobación de dicho monto, aplicable a proyectos comunitarios. “Nadie sabe cómo se implementará, ni cuándo”, repiten Mamondi y Barrault.
Según cálculos del Consejo Zonal, a la zona sur le tocarían 80 mil pesos por año. “Esa cifra alcanza y sobra”, dicen, para organizar talleres; ir casa por casa, controlando alimentación y vacunación infantil, y dando profilaxis del sexo y el embarazo; orquestar operativos de limpieza con Higiene Urbana; armar campeonatos deportivos, etcétera. Las acciones estarían a cargo del equipo integrado por un médico, un trabajador social, enfermera y psicólogo.
“Hay que comprometer a los médicos, y a la gremial respectiva”, sostiene la farmacéutica Cristina Yanes, de barrio Vicor. Este conjunto de medidas parece muy simple de ejecutar. Ni siquiera parece caro. “El gran problema de la atención primaria de la salud, es que se habla mucho más de lo que se hace”, confía un veterano profesional. “¿Qué o quién les impide, a esa y otra gente, poner manos a la obra? ¿No pueden coordinar mínimamente con el dispensario y las escuelas?”.
Otros vecinos recuerdan que, allá por 2005, en la barriada sureña bautizada Ar.Pe.Bo.Ch (por Argentina, Perú, Bolivia y Chile), ya se hizo una campaña contra el dengue “importado”. Y tuvo éxito, “sin necesidad de sacar una ordenanza ni disponer de una partida”.
Propuestas .Al igual que otras zonas de la periferia cordobesa, la sureña es consciente de que la escasez de higiene es un foco de enfermedades.
Por eso proponen: Multar a los privados que ensucian y no limpian. Instrumentar acciones colectivas entre vecinos y CPC, a través de los dispensarios. Diseñar estrategias ambientales en las escuelas. Comprometer a los médicos y a la gremial médica para que se involucren en el proyecto.
Fuente: La Voz del Interior.
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