(APe).- La palabra apareció en el siglo quince, cuando Europa comenzaba a descubrir su potencialidad a partir del encubrimiento y conquista de América.
Fue el siglo de oro de España. Las riquezas empezaron a reunirse como consecuencia del saqueo.
En aquellos años surgió la nueva palabra: capacidad.
Derivaba del latín capax, vocablo que significaba “que tiene mucha cabida”, “contener, dar cabida”.
Hacia finales del siglo diecinueve, cuando las luces de aquel siglo de oro se habían apagado definitivamente, surgió su antónimo, incapacidad.
Aquello que no puede contener o no quiere dar cabida.
Así dicen los diccionarios etimológicos.
De tal manera es lícito preguntarse qué es lo que menos da cabida en el tercer milenio.
Qué es lo más incapaz, quiénes producen la mayor discapacidad en estos momentos de la humanidad.
Por eso cuando surgen las noticias que hablan de chicas o chicos discapacitados habrá que ser más precisos.
Las chicas y chicos siempre tienen lugar para dar cabida, para contener la vida.
El problema es que el sistema se encarga de no darles cabida a ellos, de no contenerlos.
El sistema capitalista es el gran discapacitado.
Porque la exclusión multiplicada no es más que la prueba de esa razón de ser. Solamente las minorías están adentro. Las mayorías, afuera.
La breve crónica viene de la provincia de Córdoba, territorio de la reforma universitaria de 1918, de aquella rebelión inolvidable de 1969 como fue el “cordobazo” y de fenómenos culturales tan propios y originales como el cuartetazo y el fútbol antes del saqueo furioso de los años noventa.
“Una niña de siete años discapacitada murió al incendiarse una vivienda en la ciudad cordobesa de Jesús María y sus dos hermanos sufrieron heridas, informó la policía. El fuego se inició la noche del martes al explotar una garrafa, cerca de la medianoche en barrio Sierras y Parques de esa ciudad a 50 kilómetros al norte de la capital provincial, cuando los padres realizaban su trabajo de cartoneros. Como consecuencia del incendio, la niña murió y sus hermanos pudieron salir de la casa con quemaduras y fueron asistidos por un servicio de emergencias”, sostiene el escueto texto de la información.
Nadie sabe ni el nombre de la nena ni cuál era su “discapacidad”.
Si se conoce que sus padres intentaban empatarle al fin de mes vendiendo cartones, cirujeando en las calles de una provincia rica pero que, como en el resto del país, deja afuera a miles y miles de familias como las de la niña.
La piba no era discapacitada según el significado etimológico explicado más arriba.
El gran discapacitador es el sistema que no le da cabida a los pibes.
Una vez más, el pasto seco del empobrecimiento impuesto se llevó la vida de una nena.
El adjetivo no debe ser usado para la víctima, sino para el victimario.
Ese victimario que es el gran discapacitado, el sistema, no las nenas ni los nenes.
Fuente de datos: Quilmes Presente 02-07-09
Foto: La Voz del interior.
La nota en LaVoz.com.ar: "El drama del padre que perdió a su hija inválida y quedó sin nada"
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