Por Iván Ferreyra para El Diario del Juicio cedido a APADIM.No es fácil no caer en ese no lugar de desear lo peor, y eso es lo que generaron. El pero castigo es la vida, es al que nos sometemos a cada rato, obligados a esta condición de respirar constantemente sin poder decidir nada. Y estos viejos asesinos deben someterse a la peor cárcel común que les podría tocar, el vivir encerrados, miserables, desclasados, mirando el mundo por una ventana que no les pertenece, apague el televisor, oficial, todo lo que ahí se proyecta duele, entra como el frío por el esfínter, el verdadero frío, ese que hace que los viejos no puedan resistir más, y ahora es el momento de pagar esas jactancias, esa forma de creerse con el poder de matar, desaparecer.
Nosotros debemos preocuparnos por los viejos que resisten, los que no ceden, lo que siguen erguidos cuando les ofrecen el asiento, los que no necesitan que le regalen nada, esos conmueven. Los que cuando sale el sol ya están arremangados revocando una pared, los que engrasados hasta la cabeza después de sesenta años de bañarse siguen mirando motores, los que se toman lo que sea para llenar de sangre donde no se llena más. En la resistencia de esos viejos está la sabiduría que nos rescatará. Y la sociedad argentina se volvió una oyente de radio, manda un sms, un txt y agravian al que sea, discriminan, y proponen estrategias infernales. Y una de esas es de la creación de victimas, usando dos letras que juntas se convierten en las más perdedoras del mundo. Ex. Acá se subestima a los ex por el sólo hecho de que perdieron alguna vez o sólo por esa cuestión católica de que no lo hará nunca más, y a través de ello le otorgan la inocencia. Porque son viejos e inofensivos, necesitan descansar, contarle historias a sus nietos, salir a pasear por las plazas y quejarse si hay bosta de perro e insultar al intendente. Pero la carencia de los ex, tiene un detalle, no deseo que se los llame ex genocida, ex torturador, no dejarán de serlo nunca, ya que los damnificados que perdieron a sus pares nunca dejaran de ser lo que les impusieron que sean. Y los oyentes de radio envestidos en el discurso que se construye a la siesta forman grandes debates, los asesinos nunca dejaran de serlo, nunca serán ex asesinos, llevan ese nazismo en la sangre que hace que los testimonios de los torturados los exciten, así funciona la cabeza de los que se creen con el poder de lastimar, violar, torturar, mutilar, matar. ¿Y alrededor qué pasa? El humo de los choripanes posee la propiedad de meterse en el cuerpo en partes carentes de sentidos y así establece su territorio en la ropa. Sigue en el aire iluminando colas de compradores de cospeles, cubre los carteles de los beneficiarios de viviendas pero no su voz. Los vendedores de churros saben que la grasa de este país no está en sus casillas, y los vendedores de lentes se sienten identificados con cualquier reclamo de estos días, sienten que la gente no los mira. He visto políticos oportunistas sentados en el juicio, que para ellos, legitimar ese acto de justicia deberían mostrarle a la sociedad mucho trabajo del sueldo que se les ha pagado, y están ahí buscando el flash. Pero ellos no están ahí por otra cosa que esa oyente de radio que maneja el discurso de hoy en este país. El humo entrando por la nariz, ya no queda más que oler, todo es suciedad en esta ciudad, y si nos lavamos la cara corremos el riesgo de despertarnos y eso sería letal. Pero ahí está Menéndez apagando el televisor, ese que transmite las veinticuatro horas, el que tiene fusibles óseos, él que nadie quiere saber como se filmó la película del horror, ¿para qué huir de aquí si no hay cospeles en ningún lado? Pero el sábado toca Damián Córdoba, y por ahí Daniele se da cuenta de que su diferencia de treinta pesos está contribuyendo a que la ciudad desconozca que se está juzgando a un gran manojo de hijos de puta, que hay mucha demanda de cerrar esas heridas, y yo no creo en eso de que las luchas no deben mezclarse, acá todos vamos en busca de lo mismo. Vivir tranquilos, pero ya nadie soporta salir a la calle y esquivar las piernas que te quieren aplastar la cabeza por cien pesos. El humo del choripán se transforma en humo de goma y eso se transforma en cortina de humo. Nunca más. Y sí, por los trabajadores, por los que patean la noche. Por los que se tragan el sol con la espalda, sólo para que existamos. Menéndez hizo apagar el televisor, dijo Mario Pensavalle.
Nosotros debemos preocuparnos por los viejos que resisten, los que no ceden, lo que siguen erguidos cuando les ofrecen el asiento, los que no necesitan que le regalen nada, esos conmueven. Los que cuando sale el sol ya están arremangados revocando una pared, los que engrasados hasta la cabeza después de sesenta años de bañarse siguen mirando motores, los que se toman lo que sea para llenar de sangre donde no se llena más. En la resistencia de esos viejos está la sabiduría que nos rescatará. Y la sociedad argentina se volvió una oyente de radio, manda un sms, un txt y agravian al que sea, discriminan, y proponen estrategias infernales. Y una de esas es de la creación de victimas, usando dos letras que juntas se convierten en las más perdedoras del mundo. Ex. Acá se subestima a los ex por el sólo hecho de que perdieron alguna vez o sólo por esa cuestión católica de que no lo hará nunca más, y a través de ello le otorgan la inocencia. Porque son viejos e inofensivos, necesitan descansar, contarle historias a sus nietos, salir a pasear por las plazas y quejarse si hay bosta de perro e insultar al intendente. Pero la carencia de los ex, tiene un detalle, no deseo que se los llame ex genocida, ex torturador, no dejarán de serlo nunca, ya que los damnificados que perdieron a sus pares nunca dejaran de ser lo que les impusieron que sean. Y los oyentes de radio envestidos en el discurso que se construye a la siesta forman grandes debates, los asesinos nunca dejaran de serlo, nunca serán ex asesinos, llevan ese nazismo en la sangre que hace que los testimonios de los torturados los exciten, así funciona la cabeza de los que se creen con el poder de lastimar, violar, torturar, mutilar, matar. ¿Y alrededor qué pasa? El humo de los choripanes posee la propiedad de meterse en el cuerpo en partes carentes de sentidos y así establece su territorio en la ropa. Sigue en el aire iluminando colas de compradores de cospeles, cubre los carteles de los beneficiarios de viviendas pero no su voz. Los vendedores de churros saben que la grasa de este país no está en sus casillas, y los vendedores de lentes se sienten identificados con cualquier reclamo de estos días, sienten que la gente no los mira. He visto políticos oportunistas sentados en el juicio, que para ellos, legitimar ese acto de justicia deberían mostrarle a la sociedad mucho trabajo del sueldo que se les ha pagado, y están ahí buscando el flash. Pero ellos no están ahí por otra cosa que esa oyente de radio que maneja el discurso de hoy en este país. El humo entrando por la nariz, ya no queda más que oler, todo es suciedad en esta ciudad, y si nos lavamos la cara corremos el riesgo de despertarnos y eso sería letal. Pero ahí está Menéndez apagando el televisor, ese que transmite las veinticuatro horas, el que tiene fusibles óseos, él que nadie quiere saber como se filmó la película del horror, ¿para qué huir de aquí si no hay cospeles en ningún lado? Pero el sábado toca Damián Córdoba, y por ahí Daniele se da cuenta de que su diferencia de treinta pesos está contribuyendo a que la ciudad desconozca que se está juzgando a un gran manojo de hijos de puta, que hay mucha demanda de cerrar esas heridas, y yo no creo en eso de que las luchas no deben mezclarse, acá todos vamos en busca de lo mismo. Vivir tranquilos, pero ya nadie soporta salir a la calle y esquivar las piernas que te quieren aplastar la cabeza por cien pesos. El humo del choripán se transforma en humo de goma y eso se transforma en cortina de humo. Nunca más. Y sí, por los trabajadores, por los que patean la noche. Por los que se tragan el sol con la espalda, sólo para que existamos. Menéndez hizo apagar el televisor, dijo Mario Pensavalle.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario