Dedicado a los negocios, Dunant estaba en 1859 en el norte de Italia el mismo día que el ejército austriaco se enfrentó con el francés y el piamontés, en la famosa batalla de Solferino. Esa noche hubo 40.000 muertos y heridos en el campo de batalla y pudo observar cómo la mayoría quedaban desatendidos por falta de asistencia, ya que los servicios sanitarios eran casi inexistentes.
Henry pidió ayuda a las mujeres de los pueblos vecinos y pudo socorrer a algunos heridos. Esto le dejó tanta huella que escribió un libro, Recuerdo de Solferino, donde relataba la idea de crear sociedades de socorro en tiempo de paz “para cuidar de los heridos en tiempo de guerra por medio de voluntarios entusiastas”. Esta idea sirvió a un grupo de ciudadanos suizos para formar el comité que dio origen, en 1863, al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Este comité organizó una conferencia en 1864 en donde participaron 16 países europeos, que aprobaron un marco jurídico con los fines fundamentales de la Cruz Roja. Tales fines vienen a decir que los heridos, los vehículos y el material sanitario deben ser considerados como neutrales y, por tanto, protegidos en los conflictos bélicos.
Se establecieron siete principios esenciales, a saber: Humanidad, Imparcialidad, Neutralidad, Independencia, Carácter voluntario, Unidad y Universalidad. También se adoptó el signo de una cruz roja sobre fondo blanco como emblema que confería la neutralidad al personal y equipos médicos en el campo de batalla. El emblema, que es la bandera suiza invertida y que pretende homenajear a este país, dio nombre a todo el movimiento. En 1876, Turquía estableció el símbolo de la Media Luna Roja en vez de la Cruz Roja, emblema que se extendió por los países musulmanes.
La I Guerra Mundial fue un gran desafío para la Cruz Roja: miles de voluntarios se movilizaron para ayudar a los heridos en los campos de batalla y en 1917 el Comité Internacional de la Cruz Roja obtuvo el Premio Nobel de la Paz.
Henry Dunant vivió en la miseria y en el olvido durante muchos años. En 1895 un joven periodista le entrevistó, 30 años después de la batalla de Solferino. Su artículo provocó una respuesta abrumadora por parte de la gente y comenzaron a lloverle homenajes. En 1901 le concedieron el primer Premio Nobel de la Paz. Murió a los 82 años, en 1910. De este hombre peculiar de Ginebra nació un movimiento que hoy se extiende por todo el mundo...
Fuente: Alihuen.
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