Muchos de los casos de niños que llegan derivados a la escuela especial (en donde me desempeño como integrante del gabinete escolar) -y en particular aquellos que han fracasado en los primeros dos años de EGB- son diagnosticados como “retraso madurativo” o “trastornos de aprendizaje”. Es este un diagnóstico abarcativo e impreciso, justamente a la espera de una precisión diagnóstica posterior que devendrá con la maduración del niño, el despliegue de sus capacidades y futuras investigaciones.
Al indagar en la historia vital del niño y su familia, y al no encontrar ningún episodio significativo que pueda ser considerado motivo de sus dificultades actuales, aparece como dato relevante el haber padecido en sus primeros años de vida un cuadro de desnutrición infantil. Si bien en la actualidad se encuentran comprendidos en un programa de bajo peso en algún servicio hospitalario, indudablemente la carencia alimentaria de los primeros años de vida ha dejado su marca.
Es indiscutible la interrelación que existe entre pobreza y desnutrición, la cual ha motivado trabajos de investigación de diversos organismos. En todos ellos la constante es la vinculación entre el estado de desnutrición infantil y la afectación del crecimiento físico, bioquímico y mental, con numerosas consecuencias clínicas apreciadas desde el punto de vista morfológico y funcional.
Todo niño que ha sufrido desnutrición infantil evidencia un retraso en su crecimiento, en la talla y el peso corporal, en relación a la edad.
Ha quedado ampliamente demostrado que las secuelas dejadas por la desnutrición se hacen evidentes en las alteraciones antropométricas, reducción del perímetro cefálico, talla baja, anemias, carencia de micro nutrientes, hipovitaminosis A, predisposición a contraer infecciones, alteraciones inmunológicas, trastornos a nivel del sistema nervioso central y disminución del C.I.
Estudios científicos
Algunos estudios hablan de niños aparentemente normales o aún “gorditos” pero “acortados” en relación a la talla esperable para su edad. Se habla de “petisos sociales”.
Para el CESNI (Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil), en estos niños la dieta no cubre los requerimientos de hierro, calcio y en menor medida zinc y vitamina A; es la llamada desnutrición oculta.
Este problema abarca varias deficiencias nutricionales, aunque la más común es la falta de hierro, que provoca anemia por falta de hierro.
La desnutrición infantil es un síndrome clínico, caracterizado por un insuficiente aporte de proteínas y/o calorías necesarias para satisfacer las necesidades fisiológicas del organismo. La infancia es el período caracterizado por el crecimiento corporal, que requiere una cantidad determinada de nutrientes para sintetizar nuevos tejidos o culminar etapas importantes, como el desarrollo neurológico (Lic. Verónica Piovani y Lic. María de las Nieves Piovani. Definición elaborada sobre la base de los conceptos vertidos por la Dra. Norma Avelina Perez, directora asociada de la Maternidad Vidal de Corrientes, capital).
Comprende desde el nacimiento hasta la adolescencia, es decir el período de vida en el que tienen lugar las más importantes transformaciones del crecimiento físico y desarrollo y organización psíquica.
Diversos estudios científicos han demostrado que la anemia y la deficiencia de hierro afectan la actividad cerebral y la capacidad cognitiva, en especial durante la infancia, perjudicando el desarrollo mental y psicomotor.
Estos estudios han determinado una diferencia de 5 puntos en el C.I. de niños anémicos, lo cual comprometerá su desarrollo y competitividad futuros.
Una nutrición deficiente provoca consecuencias irreversibles en un niño. Está comprobado que en niños mayores la anemia está relacionada con falta de energía y fatiga, la cual afecta el rendimiento escolar y el aprendizaje.
Incide en el comportamiento, falta de atención, irritabilidad, inseguridad y determina disminución en la actividad física.
Según datos de la OMS, la anemia es la séptima causa de muerte en la población mundial; constituye el problema nutricional más grave del mundo. El 90% de los anémicos viven en países subdesarrollados.
Un trabajo realizado por la Sociedad Americana de Neurociencias ha mostrado que la falta de hierro provoca trastornos del sueño y ocasiona movimientos involuntarios de piernas y brazos.
Según este mismo informe, la carencia de este mineral provoca generalmente problemas en la producción de dopamina, sustancia que transmite mensajes al cerebro y al sistema nervioso central.
Debido al desconocimiento de este desorden y su vinculación con el déficit de hierro, muchos pediatras o padres piensan que se trata de niños hiperactivos, rebeldes o dispersos, cuando en realidad puede tratarse de una alteración neurológica provocada por la carencia de este mineral.
Quiero dejar en claro en este trabajo la estrecha vinculación existente entre desnutrición infantil, problemas nutricionales, anemia en niños y mujeres embarazadas y la aparición de sujetos con discapacidad mental, o trastornos conductuales.
Desde los años ‘80, la desnutrición se abordó no sólo como un problema biológico, sino como la conjunción de factores económicos, antropológicos, sociológicos y culturales.
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