Que hoy podamos contar el final feliz de la historia de Dominique dependió fundamentalmente del gesto anónimo y solidario de una familia salteña, que en medio del dolor de perder a un ser querido optó por donar los órganos y posibilitar, así, que otros pudieran tener una vida.
De acuerdo con las cifras del Incucai, hoy hay en la Argentina 5.219 personas que esperan un trasplante de órganos, de las cuales 507 están en Córdoba.
Pero, como se sabe, los órganos para trasplante son recursos más que escasos, que nunca son suficientes para la necesidad existente. En parte, porque las particulares condiciones de muerte requeridas para ser donante de órganos sólidos hacen que sólo una pequeña minoría de los fallecimientos determine potenciales donantes, y porque no siempre el sistema hospitalario detecta a los posibles donantes. Pero también porque, ante la situación concreta de la muerte de un familiar, es más que difícil tomar la decisión de donar los órganos.
Por esa razón, la ley del donante presunto busca que la persona manifieste en vida su voluntad al respecto y que, en el caso de no querer ser donante, deje registrada formalmente su decisión. Para negarse, basta con mandar un telegrama gratuito al Incucai desde el Correo Argentino. Pero para decir que sí -aunque también se puede registrar la aceptación en el Ecodaic, en el Incucai o en el Registro Civil- alcanza con ser mayor de 18 años, y hacerles saber a quienes nos rodean que aceptamos ser donantes. Con eso basta para que la muerte le abra paso a la vida.
fuente: http://www.lavozdelinterior.com.ar/defaultak.asp?edicion=/07/07/31/
Para ser donante, sólo hay que decirlo
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