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¡ A clases!

Hoy comienzan las clases, día tan ansiosamente esperado por padres, alumnos y docentes. En alusión, seleccionamos una serie de textos que nos proponen pensar la educación desde otras miradas. Nos referimos a los sueños, la imaginación, las premisas que despierta el aula, el guardapolvo, el pupitre, pero que, sin embargo, va mucho más allá.

Premisas educativas
Una buena enseñanza nos ayudará a sobrevivir en el mundo; una gran educación nos impulsará a mejorarlo
Por Mikel Agirregabiria Agirre
Cuatro premisas educativas bien conocidas por el profesorado y que, quizá, puedan contribuir a guiar mejor la acción de las familias:1ª Buenos ejemplos. No se transmiten conocimientos mediante consejos de nuestras cabezas a sus mentes; sólo se trasladan entusiasmos y voluntades mediante ejemplos vitales desde nuestros corazones a sus almas.2ª Saber compartido. La educación es un bien extensible, que compartiéndolo se amplía, que se propaga sin menguar y que prende en las personas como el fuego que se comunica sin apagarse. Una vela no pierde su luz por compartirla con otra. Metáfora de cómo diferenciar átomos (materia) y bits (conocimiento). No hay mejor enriquecimiento que compartir el conocimiento.3ª Efecto Pigmalión. Cabe esperarlo todo de cada alumna y de cada alumno. Hemos de actuar como si estuviésemos ante un caso único y excepcional en todas las ocasiones, porque exactamente es así. "Los sueños están hechos de nada... La realidad comienza con nada...".4ª Crear líderes. No debemos preparar a los más jóvenes para sobrellevar el mundo actual, ni para aprovecharse de esta atribulada y agridulce realidad. Educamos para recoger lo válido del pasado y preservarlo, para detectar lo inacabado del presente y concluirlo, y para perfeccionar la sociedad y la época que nos ha tocado vivir.La vida es tan corta y el arte de vivir tan difícil que, cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse. La única solución es la transmisión del conocimiento a través de la educación. La educación nos hace ser como somos y como seremos. El esfuerzo por mejorarse es lo más significativo de una persona. Al fin y al cabo, sólo somos lo que hacemos por cambiar lo que somos

Educalandia
Cada noche sueño con la misma utopía y ucronía: un paraíso donde la educación sea el centro de todo. Luego me despierto y veo la realidad
Por Mikel Agirregabiria Agirr
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En Educalandia las necesidades materiales estarán cubiertas, y la primera educación con el ejemplo de la gente guiará a todos, desde pequeños, a no ambicionar más casas, coches y cosas. La aspiración universal será saber más, sentir más, ser más, ayudar más, compartir más.Las familias no consumirán su tiempo libre comprando cacharros o aderezos innecesarios. Los centros comerciales ya no venderán objetos, sino que se transformarán en universidades populares donde se intercambiarán conocimientos, sensaciones y sentimientos. Las plantas ya no estarán dedicadas a ropas, electrodomésticos o muebles, sino al infinito número de posibilidades de las ciencias, las humanidades, las artes, la cultura o la educación. Habrá ofertas para todos, de primer aprendizaje o de perfeccionamiento, que nos permita a todos desarrollar toda la variedad de nuestras capacidades intelectuales, sensoriales, vocacionales, morales.Este país o esta época aún no existen. Todavía no ha encontrado una comunidad madura donde asentarse, pero pronto encontrará comunidades que lo crean, que lo creen y que lo críen. Será una verdad para vivir despiertos, un sueño donde vivir el cielo en la tierra.Un inmemorial proverbio africano dice: “Hace falta todo un pueblo para educar a un niño”. Esta sentencia puede reordenarse para ofrecer nuevas verdades. Dado que “Todo un pueblo se beneficia de educar a cada persona de su comunidad”, ojalá comprendamos que “Para educar a un pueblo hace falta todo un niño [creativo o muchos idealistas que imaginen y construyan Educalandia

Acertijo infantil
Una habilidad que perdimos al crecer, pero que podemos recuperar reflexionando sobre qué es más importante
Por Mikel Agirregabiria
Agirre
A varias clases de Educación Primaria, con alumnos de seis años, se les preguntó: "¿En qué dirección viaja el autobús del dibujo?" Todos ellos, en grupos o por separado, pronto respondieron acertadamente. A su edad, el grado de abstracción de su inteligencia puede llevarles a pensar que la Luna está más cerca que China, porque la Luna se puede ver. Pero, esa misma ingenuidad les permite resolver instantáneamente esta adivinanza.Los adultos dudamos cuando tratamos de averiguar la solución, aunque sólo caben dos únicas posibles respuestas, que son hacia la izquierda o hacia la derecha. Vale la pena dedicar tres minutos para saber si la edad nos ha cegado. ¿Lo adivinamos? En caso afirmativo, enhorabuena, todavía disponemos de esa inigualable lucidez infantil.Todos los escolares contestaron que viaja hacia la izquierda el autobús, porque no se ven sus puertas de entrada. La inteligencia infantil, así como las mentes entrenadas para mantener esa clarividencia, analizan tanto lo que se observa como lo falta en un cuadro o en una situación. Definitivamente, casi siempre lo más revelador no es lo que se ve, sino lo que se oculta.


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