Para comenzar, veamos algunos datos significativos en torno a la problemática de la discapacidad:
- Alrededor del 10% de la población mundial, o sea 650 millones de personas, vive con una discapacidad. Constituyen la mayor minoría del mundo.- Esta cifra está aumentando debido al crecimiento de la población, los avances de la medicina y el proceso de envejecimiento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).- El 80 % de las personas con discapacidad vive en países en desarrollo
- Las mujeres y las niñas con discapacidad son particularmente vulnerables al abuso. - Según el UNICEF, el 30% de los jóvenes de la calle tienen discapacidades
- Los estudios comparativos sobre la legislación en materia de discapacidad indican que sólo 45 países cuentan con leyes contra la discriminación y otro tipo de leyes específicas a ese respecto.
- Según la UNESCO, el 90% de los niños con discapacidad no asiste a la escuela.
¿No se siente, al leer esta información, una mezcla de sensaciones que se confunden entre la bronca, la impotencia y el asombro? ¿No te preguntás si habría una forma de responder por todas estas personas? Este es el panorama real del mundo en que vivimos. Un panorama alejado de la liviandad con que muchas veces tomamos las cosas en esta época cuando decidimos “cerrar por vacaciones “o por agotamiento. Un panorama que nos invita a pensar y a exigir que, de una vez por todas, nos vayamos sacando las máscaras.
Por suerte, se está dando un paso muy importante para revertir esta situación. Hace ya un tiempo, la ONU conformó una Comisión especial cuya finalidad fue, específicamente, debatir esta problemática y buscar posibles soluciones. El resultado, luego de varios meses de diálogo, ha sido la redacción de la “Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”, que tiene como propósito promover, proteger y asegurar el goce pleno de todos los derechos y libertades a las personas con discapacidad, respetando su dignidad.
Es un buen comienzo. Tal vez te estés preguntando en qué puede ayudar un documento escrito, acordado y firmado por unos pocos, para que efectivamente se cumpla y algo cambie en la práctica y en la vida de tantas personas. La respuesta es que puede ayudar, y mucho.
Una Convención, a diferencia de las Normas Uniformes – que fueron firmadas en 1993 con el mismo propósito-, es un instrumento jurídicamente vinculante. Esto significa que los Estados que ratifiquen y firmen el documento, deberán adoptar la legislación adecuada para cumplir con las obligaciones declaradas en el mismo y podrá controlarse desde la ONU que así sea. Esto es importante porque puede significar toda una transformación en el plano de las políticas llevadas adelante por los gobiernos, como así también en la conciencia social.
Vayamos a lo que verdaderamente importa…
El Documento refuerza concepciones presentes en la Declaración de los Derechos Humanos, partiendo del reconocimiento de que la discapacidad evoluciona y “resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena”. Esta relación que establece con lo social como condicionante principal para el desarrollo de la persona con discapacidad, nos obliga a hacernos cargo, como ciudadanos y personas iguales y permite pensar la problemática desde una dimensión más amplia, como algo transversal a todos.
En relación a esto, es interesante hacer referencia al artículo 8, sobre la “Toma de Conciencia”. En el mismo comprometen a los Estados Parte a responsabilizarse por sensibilizar a la sociedad, cambiar los estereotipos negativos y los prejuicios, promoviendo la toma de conciencia sobre las capacidades y los aportes que pueden realizar las personas con discapacidad. Todo un cambio necesario que, si se lograra, llegaríamos a comprender que los planos diferentes no existen, lo que existe es la complementariedad. Suma, no resta ni división.
Dentro de los artículos, se hace referencia a la accesibilidad al entorno físico, al transporte, a las comunicaciones. Imaginate un mundo al que todos tuviésemos la posibilidad de acceder.
Se deja asentado que debemos tener igual reconocimiento ante la ley y acceso a la justicia. Imaginate un mundo en el que todos pudiésemos ser libres, no esclavos, defendernos, no disculparnos.
Se hace referencia al derecho a vivir en forma independiente, ser incluido en la comunidad. Para ello, es necesario el acceso a la educación, la posibilidad de tener un trabajo y de participar en la vida política y cultural. Imaginate un ambiente en que todos pudiésemos decir, sí, yo puedo, en el que cada uno, sin restricciones tuviésemos la oportunidad de SER.
Acceso, justicia, independencia, inclusión, educación, trabajo, libertad…. en conjunto, generarían un cambio, podrían revertir los datos dados al principio. Pensar que son conceptos básicos, la esencia, los puntos de partida para proyectar colectivamente.
Las bases están planteadas en la Convención. Un proyecto que no se piense individual, sino plural, inclusivo, que construya un mundo donde entremos todos.
Un nuevo paso está dado, de ahora en más el desafío es no frenarse y, si es posible, empezar a correr. Porque cada uno de nosotros tiene el derecho a ser poseedor de esa esencia y ninguno de nosotros tiene el derecho de negársela a otro.
Entonces, para no quedarnos solo en el plano imaginario de un mundo perfecto, en el plano de as palabras, comencemos por reconocer los derechos, perder los miedos y apostar al cambio.
Tal vez, sea un buen comienzo.
FUENTE: http://www.un.org/spanish/disabilities/convention/
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